Por Daniela Pizarro Amaya, Periodista / El Siglo / 26 de enero de 2018
Daniela Arraño repasó los hitos que la llevaron a ser una líder en el MUMS y en la lucha por la identidad de género de las mujeres transexuales.
La dirigente trans Daniela Arraño en entrevista con El Siglo, repasó los hitos que la llevaron a ser una líder dentro del Movimiento por la Diversidad Sexual, en especial, en la lucha por la identidad de género de las mujeres transexuales. En 2004 comenzó la batalla legal para cambiar su nombre y desde 2012 su carné de identidad posee el sexo femenino y el nombre de Daniela Paula Arraño Peña, pero su activismo comenzó a principios del 2000. Desde hace años trabaja como escort porque, según cuenta, las plazas laborales para las trans no existen debido a la fuerte discriminación. Le gusta hablar con naturalidad y sin tapujos sobre su vida, tiene una mirada crítica sobre las cirugías para los y las trans y sobre el trato con los niños y niñas transexuales. A sus 39 años declara que sigue optando por estar en la calle con la bandera de lucha “aunque en eso se me vaya la vida como dijo Gladys Marín”.
¿Cuándo comienza la batalla por tú identidad?
Hace doce años. El 2004 comencé con los trámites para obtener mi cédula identidad con mi actual nombre y el 2012 me entregaron la cédula con mi identificación como mujer, es decir, no solo fue un cambio de nombre sino que aparezco con sexo femenino. Toda mi vida se la tuve que contar a la Justicia, tuve que llevar testigos para ratificar que mi comportamiento y mi historia eran las de una mujer, ese proceso de años me entregó mi nueva identidad legal. Ahí la lucha judicial es bastante terrible porque la ley te exige una vagina para considerarte mujer y un pene para ser hombre. Pero qué pasa si yo no quiero operarme, qué pasa si no tengo los medios económicos ni las ganas, o sea, yo me siento mujer, pero estoy muy conforme con mi cuerpo, yo no me quiero operar, siento que no lo necesito.
Al contrario de lo que se cree o se asume de que todos los y las trans se deben o quieren operar.
Si, o sea, hay varias compañeras que sienten la necesidad de operarse y es respetable, hay muchas que cuentan que cada mañana es una tortura mirarse desnudas, pero creo que eso se debe aprender a enfrentar, se debe informar y educar más sobre este tema, porque finalmente son las concepciones sociales las que empujan a varias, es decir, la sociedad te obliga a cambiar para aceptarte y para que seas feliz. Pero no debe ser así, debemos adaptarnos todos con todos, independiente de tu sexualidad. Yo nunca quise optar por el proceso hormonal ni menos operarme, o sea, este es mi cuerpo y yo lo quiero y ese es el mensaje que doy en las charlas, las invito a mirarse en el espejo y quererse, porque si se levantan odiando su cuerpo nunca podrán aceptarse y menos exigir un cambio cultural.
¿Cómo es el proceso donde tú te das cuenta que eres trans y no homosexual?
Porque desde chica siempre fui más afeminada, siempre me molestaron por eso, no era solo una orientación sexual, iba más allá que me gustaran los hombres. A escondidas me vestía con la ropa de mi mamá, me encantaban sus vestidos, las botas y ya a los 14 años lo asumí. Me escondí por un par de años más, hasta que no pude seguir ocultándolo y a los 16 ya me vestía como mujer. De alguna forma siento que todo mi entorno lo notaba, me sentí siempre muy querida y respetada. En mi adolescencia era el gay fuerte del grupo, sin duda, pero creo que el respeto y la confianza de mis amigos y cercanos hizo que yo me sintiera respaldada y asumiera que en la realidad yo me sentía mujer y no hombre.
¿Tú familia te apoyó?
La familia de mi mamá me apoyó, la de mi papá no, ahí me maltrataron, de ellos recibí solo odio. Algo similar pasó con mis hermanas, eso fue bien fuerte para mí. Mi mamá falleció cuando yo tenía 8 años así que eso me hizo tomar fuerzas desde chica, yo seguí adelante como pude, seguí estudiando, desde siempre he tenido que remar sola. Por otra parte recibí mucho respaldo de mis profesores, ellos siempre estuvieron preocupados de mí, me incentivaron a estudiar y a dar los pasos seguros para ser la mujer que soy ahora. La amistad con muchos de ellos las conservo hasta hoy y se sienten muy orgullosos de la lucha que he dado y que sigo dando para los que vienen. Ellos me han visto en televisión dando testimonios y batallando por los derechos trans y eso los hace sentir parte de mi proceso, además siempre los nombro como pieza fundamental, ellos son parte de la familia que elegí al igual que mis vecinos y amigos, porque si no fuera por el amor y contención que recibí de ellos, yo estaría en la cárcel.
¿Por qué en la cárcel?
Porque vengo de un barrio que es complejo, de una comuna popular que no quiero estigmatizar o criminalizar, pero debo decir que vivir en La Pintana es muy fuerte, es duro vivir en un sector que está tomado por el narcotráfico, la delincuencia, es muy complejo. Yo me fui de ahí a los 15 años empujada por lo que vi y lo que viví, yo siempre digo que si no hubiese salido de ahí sería una travesti delincuente que hubiese terminado mal. Pero debo destacar que mis vecinos son gente trabajadora y decente, quienes viven ahí desde siempre, pero para ellos es muy duro también estar ahí.
¿Cuáles son los principales déficit que sufren los y las trans en Chile?
Problemas de vivienda, de salud, laborales, de identidad de género, entre otros. Lo fundamental es el problema con el trabajo, sobre todo con las trans femeninas, porque los trans masculinos aunque no tengan su cambio de nombre acceden a trabajos, sin embargo, nosotras por la apariencia no conseguimos trabajo, es así de simple. No hay posibilidad porque te ven y te rechazan y eso me pasa a mí, incluso, teniendo mi cambio de nombre. He postulado a muchísimos lugares, pero no resulta, por eso la mayoría trabajamos en el comercio sexual con toda la inseguridad que eso conlleva. Todos estos problemas se agudizan con las trans migrantes, ellas tiene mayor dificultad, están organizadas también, pero tienen el problema de los papeles, entonces al final deportan a muchas y es complejo porque ellas vienen arrancando de sus países y acá se les torna más inseguro, porque ni siquiera pueden estar en espacios públicos porque les gritan de todo y eso es fuerte.
¿Hemos avanzado como sociedad desde que tú partiste con la lucha por los derechos trans?
Sabemos que este país avanza lento porque tenemos una sociedad machista patriarcal que frena constantemente cualquier intento de avanzar más rápido en materia de derechos, por ejemplo, para las mujeres, diversidad sexual y otros. En materia de políticas públicas vemos que solo se incorporan en los proyectos al mundo homosexual y hasta por ahí, pero a nosotras nos siguen matando. Cuando sale la Ley Zamudio -que es una muy mala norma por lo demás- a los dos meses siguientes mataron a veinte compañeras trans, solo en enero y febrero, ahí la ley no nos sirvió no siquiera para poner una denuncia. En la sociedad actual el gay y la lesbiana tiene su espacio, son respetados dentro de todo lo que se les discrimina, pero nosotras somos como lo último en la fila.
¿Crees que la irrupción de la actriz Daniela Vega ayuda a abrir los espacios para las trans?
Creo que cuando uno tiene plata puede hacer muchas cosas y ella tiene ahora una gran tribuna y no le interesa generar esos espacios, porque en una entrevista le preguntaron si ella representaba las luchas de los trans y dijo que ella se representaba a sí misma. Esa opción es respetable, pero creo que podría haber sido más solidaria y levantar nuestra bandera. Yo saco la voz por los trans pobres, porque yo soy pobre, y ella representa a quienes tiene recursos, por tanto solo me queda felicitarla por sus logros y ojalá que consiga muchos más. Pero nuestra lucha es muy larga, nosotras remamos contra la corriente y sabemos que aunque se aprueben leyes siempre estarán las vallas sociales y morales que tendremos que saltar mil veces, pero prefiero seguir en la calle con la bandera en alto aunque en eso se me vaya la vida como dijo Gladys Marín.
“Dejar libres a los niños y niñas, no catalogarlos de inmediato”
¿Qué te parece como se aborda el tema de los niños trans?
Ahí tengo una opinión muy personal, creo que es compleja esa situación, conozco la organización donde trabajan las familias con sus hijos, pero siento que uno debe asumir su identidad cuando está realmente seguro, cuando vivió, experimentó y reafirmó todo lo que siente. Es bueno y necesario que se les contenga, que se guíen a los niños y niñas, pero tengo la percepción que hay más ansiedad de los padres que la seguridad de los niños de saber quiénes son. No creo que sea una condición que se mejore en el camino como se ha dicho por ahí, pero siento que es necesario que los niños vivan su infancia con naturalidad, sin cargas sexuales.
¿Cómo deberían los padres enfrentar esa situación?
Mira, yo tengo un sobrino de tres años y él juega con sus muñecos y hace como que los amamanta y dice que es la mamá de los monitos, le saca la ropa y los zapatos a la mamá y se viste, pero yo me río y les digo que lo dejen, porque el niño está jugando, hace personajes, porque él ve cómo se viste su papá y su mamá y después los imita, pero no podría determinar que él a sus tres años se siente mujer, por ejemplo. Ellos tienen que vivir libremente su infancia, al contrario de lo que vivimos nosotros, porque cuando uno era chico y te pillaban jugando con juegos de mujer te castigaban feo. Así que yo invito a no criticar y a dejar libres a los niños y niñas, no catalogarlos de inmediato, porque me parece que la adolescencia es más determinante que la niñez.