Por Freya Scheneider
… «La más jovencita tenía problemas para socializar, por lo que la relación le sirve para madurar y en ese camino se da cuenta de que en realidad ella es heterosexual y no lesbiana, siendo esto último un “bluf” provocado por sus carencias adolescentes».
Nunca vi Ídolos de manera sistemática, sólo unas amigas me contaron de la relación lésbica emergente entre una chica joven y su jefa (representada por la uruguaya, Liliana Garcia). Interesante apuesta para el canal estatal, más aun cuando sus protagonistas se quedan juntas venciendo el miedo que les provoca el sentimiento que comienzan a sentir mutuamente y desde allí quizás podemos vislumbrar un avance ya que las lesbianas comenzarán a estar juntas y a hacer vida de pareja lo que podría propiciar segundas partes y toda la apuesta parafernálica que acostumbra a acompañar a un tema de moda. Segunda parte, que no nos extrañaría fuera como la película “Besando a Jessica Stein” en donde una de las dos, después de una relación con una mujer, aceptada por su familia, con un gran compromiso emocional, y luego de algunos meses de convivencia vuelve a redescubrir a los hombres para quedarse con alguno de ellos (en la película fue un antiguo novio de juventud), en donde algunos de los hechos desencadenantes del final podrían ser:
• La más jovencita tenía problemas para socializar, por lo que la relación le sirve para madurar y en ese camino se da cuenta de que en realidad ella es heterosexual y no lesbiana, siendo esto último un “bluf” provocado por sus carencias adolescentes.
• La más adulta nunca logra tener orgasmos (la verdad es que tampoco los tenía en su matrimonio, pero eso es parte de lo que no se vería en la teleserie) lo que la hace dudar de su relación y prefiere terminar con ella, para luego quedarse sola meditando, que más vale sola que mal acompañada, pues por un lado los hombres fueron como el ajo, ya que uno intentó violarla y por otro su relación con la mujer más joven era algo que nunca llegaría a buen puerto… (convertirse en monja no, porque la Iglesia haría lecturas entre líneas sobre ello. Algo así como la insinuación de que muchas mujeres lesbianas al sentirse en “pecado” se hacen monjas…).
• La aparición de un semental que haga caer en tentación a alguna de las dos para dejar caer la relación a la vorágine de los celos y de ahí derecho a la ruptura para que ambas queden solas, pero amigas.
Esas son sólo algunas de las posibilidades, pero hay algo que me preocupa mucho más y que se refiere a la idea que se promueve asolapadamente de que debe ocurrir algo complejo, relacionado con los hombres, que hace que la mujer en un momento de su vida se transforme en lesbiana, es decir, la cosa no es sencilla ni tienen un proceso normal, por el contrario hay muchas posibilidades de transformarse en lesbiana si es que existe una siatución límite que le deje literalmente el mundo “patas arriba”. Si nos aplicamos el mundo “patas arriba”, tiene que ver con que se volvió prácticamente loca, ¡tanto! que llegó a amar a una mujer y todo eso por supuesto directamente relacionado con los hombres, sin ellos no podría haber sido que alguna mujer se volviera loca… Es así como la lesbiana representada por se había enfrentado a la situación límite (aparentemente límite, desde la ideología sistémica, que es patriarcal) de separarse, ya que su marido de toda la vida se había enamorado de una chica más joven y se había ido de la casa, rompiendo con los sueños y principios fundamentales que orientaban su matrimonio y que tenían que ver por supuesto con la defensa de la familia, pero ojo de la familia tradicional y a estas alturas ya sabemos que ser tradicional no significa que sea la única, ni menos la fórmula más adecuada. Es importante darle vuelta a lo que comento, pues es también una forma de no quedarnos tan tranquilas con lo que se nos vende aparentemente para generar un debate que nos permita fortalecer la construcción de un mundo justo.
La tradición es fundamentalmente el sentido común que se instala para defender las estructuras de poder. Nada es de ingenuidad absoluta, sobre todo, en los medios de comunicación que son fuerzas que estratégicamente visten y arman los gustos y placeres de la masa a partir de la información que entregan, información que por supuesto está sustentada en las ideologías que arman la trama de poderes de la sociedad chilena y que alimentan lo que mencionamos como sentido común, sentido común para el cual el amar a una mujer no es un referente de conducta válido, por lo tanto y desde allí estoy segura de que existen muchas mejores historias que retraten la realidad lésbica y que no nos estigmaticen como un grupo que por “problemas” ha llegado a amar a una mujer. Por otro lado la chica más joven, si se dan cuenta, tuvo la mala suerte de encontrarse con puros papanatas y capaz que en la segunda parte que imaginamos se indujera a pensar que su inacabada experiencia con los sementales la llevó a establecer una relación “eléctrika” con su amante mayor…
Así es que OJO!, no es que nos tengamos que poner graves y andar viendo debajo del agua en todo, pero si no nos podemos hacer las lesas por la vida y dejar que todo pase sin cuestionamiento alguno, algo así como que la vida siguiera un curso tan normal (normal desde lo que ha sido impuesto, por supuesto) que no es necesario intervenirla, clásico de esta actitud es: una tiene que trabajar no más y no molestar a nadie o en el tiempo de la dictadura “si no hubiera andado metida en güevas no la habrían matado”. No se trata de que andemos enojadas por la vida, vuelvo a insistir, por las vendidas de “pomá”, pero sí de estar atentas a que no nos sigan metiendo el dedo en la boca y no sigamos viviendo los cuentos televisivos como si fueran mera e inocente entretención. Detrás de todos ellos hay un mensaje, que asolapadamente ha hecho muy bien su trabajo y que al final de Ïdolos se descubre: ¡Hasta para ser lesbianas dependemos de los hombres!
Por Freya Scheneider