Por Margarita Pisano
En este Encuentro hubo reminiscencias de las energías de mujeres juntas, de aquelarres (energías lésbicas, por lo demás). Agradezco a las que organizaron este Encuentro por habernos hecho revivir esta energía todavía existente, pero no lo confundamos con movimiento activo, organizado y pensante.
Este Encuentro Nacional Feminista -sin número, sin tiempo, como suspendido en el espacio , sin responsabilidad histórica ni política- confirma mi sospecha del fracaso de los movimientos sociales, en especial del feminismo. La “cultura” feminista debería poder convocar a un encuentro con bases posibles de discusión y con proyectos de futuro, y no llegar al 2005 con las mismas demandas de hace 30 años atrás, ahora remozadas. Esta negación de una historia y de LA historia no es un avance; es un retroceso con responsabilidades concretas (tampoco es un problema de amores ). La prioridad de este Encuentro no era convocar a una “nueva” cantidad de mujeres para “enterarla” del feminismo, sino pensar nuestro movimiento como un lugar de discusión política con historia.
Ante esta falta de consistencia se explicitan las necesidades de salir a la calle, de despenalizar el aborto, de armar coordinaciones, de hacer una Escuela (…). En este sentido, este Encuentro se quedó pegado en el romántico , en dobles y triples militancias –unas más fracasadas que otras-, fatales para el movimiento, sobre todo la doble militancia mental . Fue un Encuentro nostálgico de la Academia, del sufragismo, de las luchas contra la dictadura. Qué es esto de hacer una Escuela de feminismo si no hay sentido político ni histórico del movimiento; qué van a enseñar, ¿lo que está enseñando la academia sobre el género?, ¿van a enseñar una historia anónima como ya lo han hecho?; ¿una escuela de feminismo para tapar el vacío teórico y político en que han caído?; quién va a enseñar, ¿las nuevas feministas con doble militancia?, ¿acaso no son una escuela de feminismo las ONGs dedicadas al estudio de la feminidad o a las piezas y partes de las mujeres? Otra vez las migajas para los movimientos sociales.
Armar coordinaciones. No se puede coordinar lo incoordinable. Sin ideas políticas ni éticas/estéticas comunes, sólo se puede coordinar un activismo loco, justamente para esconder profundas diferencias ideológicas, sin pensamiento detrás y en contra de (lo que hemos hecho casi siempre). Luchar para despenalizar el aborto. Hoy el aborto no es nuestro problema, es la ingenería genética y cómo nos desprendemos de una maternidad romántica. Nos están quitando la gestación y, al mismo tiempo, nos mantienen en la simbólica del maternalismo. Y todo esto (despenalización, armar coordinaciones, hacer una escuela, etc.) revuelto con el discurso del deseo: la guatita y el útero nos van a iluminar con nuevos deseos; este discurso es demagógico, esencialista y pervertido (los deseos de dominio de la masculinidad son muy malos y pervertidos). Estos retrocesos son costos políticos para nosotras que venimos del feminismo (con nombres y apellidos) y para todas las mujeres de este mundo. Acá, NO nos equivocamos todas; acá, hay una equivocación de ciertos sectores feministas; equivocación política que produce un volver atrás 25 años, y seguir en la misma con la misma estrategia de los resquicios. Borrar 25 años es borrar toda la historia de mujeres precedente, es perder una noción básica de espacio-tiempo y su continuidad.
Hay ejemplos clarísimos del borrón de la historia: desaparecimientos, desapariciones y desaparecidas en la batalla (cosa común en Chile, el patriarcado y el feminismo). ¿Dónde quedaron las tomas de conciencia de las mujeres?; ¿dónde quedó Cartagena? (¿desapareció en el Golfo de Penas?). Éste fue el único Encuentro que planteó el debate político urgente del feminismo, un debate en el que cada mujer debió tomar la decisión de estar y elegir, transparentemente, desde dónde quería hacer su política, nacida de esta historia y no de otras militancias (reconozco el fracaso) .
El modelo femenino-femenil-feminista se impuso en este Encuentro y esta historia. Pobre de la que se sale de esta feminidad simbólica que nos tiene atrapadas en la búsqueda de la legitimidad de la cultura masculinista, pues será sancionada, descalificada y clasificada como patriarcal, autoritaria y agresiva, BASTA CON QUE ESTÉS EXPRESADA CON PASIÓN (lo docto, apolítico y neutro es lo permitido). Las mujeres no somos agresivas ni autoritarias, no sé lo que somos… ¿buenas, maternales, diferentes, acogedoras?. No, somos personas y, como tales, no nos dejan vivir el espírito crítico ni la pasión política. El modelo se come la imaginación de las mujeres y su historia de “mozas insolentes”. El fracaso es el NO abandono de la feminidad, ni siquiera corrernos -un ápice- del espacio simbólico-valórico de la feminidad/masculinidad; cada mujer que se sale de esto, tropieza con ese límite sancionador de que ya se pasó al lado de lo patriarcal. Los asesinatos no son sólo físicos –contra los cuales usualmente reclaman- también son simbólicos: nos asesinan como seres humanas pensantes, perpetuando el asesinato de mujeres; y este asesinato es el peor existente, con pérdidas en nuestra historia.
La imagen del resquicio : oscuro y húmedo, por donde serpean las alimañas. Las féminas siempre hemos estado en esa parte oscura, en la fisura del alma de los hombres y sus instituciones. Aquí es donde ciertos sectores feministas proponen y hacen su política. Esto tranforma el esqueleto de las féminas en cartílago, porque tienen que agacharse, arrastrarse para trepar por estos resquicios del poder, nunca expuestas, no expresadas. El lugar oscuro, o bien, la vitrina de la venta, el entablado y los eternos tacos a los que nos vuelven a subir. Esta estrategia de las fisuras combina lo masculino y lo femenino, no es privativo del cuerpo de las mujeres; como siempre afirmo, la masculinidad contiene la feminidad. Los hombres se han metido en los resquicios del poder para negociar con otros hombres, pero ellos salen y se instalan a dirigir el mundo, como héroes luminosos.
Es ésta la identidad feminista-femenina-femenil-fémina-femme (este batido es una simbólica) con bordes tan permeados del concepto patriarcal de lo qué es ser mujer: todas parejitas –las idénticas-, obedientes, sin pasión por las ideas –sí por los hombres, sus instituciones y el amor-, sin imaginación, no-pensantes, no-críticas, sin estar expresadas –salvo como reclamonas. ¿Esto es lo que nos une en una identidad feminista-femenil o tendremos el desafío de crear otras simbólicas sobre nosotras?
BACHELET
Al hacer un análisis de lo que ha significado en este país que dos mujeres hayan sido candidatas a la presidencia, he confirmado que el patriarcado busca a las mujeres y a la maternidad como recursos de reposición de valores cuando su sistema civilizatorio entra en crisis; entonces, el mujerismo vuelve a aparecer como reserva ética: el madrerismo, y esto no debemos confundirlo con avances civilizatorios y humanos. Por eso, quiero decirle a la Bachelet que no le espera un futuro esplendor: el día que se salga de los intereses masculinistas/femeniles, la quemarán, simbólicamente, en la plaza pública. Ésa es nuestra historia, negarla es volver a lo mismo.
Nuestra responsabilidad histórica no es juntarle votos a la Bachelet. Las del Afuera no compartimos con ella ninguna de sus políticas: no creemos en el reformismo de la cultura vigente, el mujerismo imperante ni el neoliberalismo democrático; ella no representa un proyecto feminista de cambio civilizatorio. Pero sí somos un ojo atento -y conocedor del sistema- para evitar un maltrato medieval-moderno contra ella o contra cualquier mujer pensante. Nos parece un gesto básico de apoyo a las mujeres que se atreven a salir al descampado, sin ser esto lo que fija nuestras políticas.
MOVIMIENTOS SOCIALES
Mientras escribo este artículo, el mundo social ha organizado una denuncia masiva –cantando- de cómo África muere de hambre, demandando al G8 (los ricos) que condone la deuda externa de estos países, empoderándolo. Es la denuncia.
Sin embargo, todos sabemos que África tiene los gobiernos más corruptos y las mafias más extremas, como consecuencia de la invasión sufrida por el capitalismo y sus G8. África no tiene agua, pero tampoco tiene un proyecto civilizatorio propio. Con esta “ayuda” tampoco hay salida, la proyección de una cultura propia –en sí- está destruida.
Los movimientos sociales no cambian los sistemas, los ahondan. Sólo se pueden hacer cambios profundos cuando nos desprendemos de la cultura vigente para inventar otro imaginario. Condonando la deuda externa, re-financian la corrupción. Cantando, re-financian la corrupción. Sin proyecto civilizatorio, todo sigue igual. Ni África ni las ballenas tienen salida, ni el movimiento estudiantil cambia la educación. Lo mismo pasa con el movimiento ecologista, homosexual, antiglobalizador (la corriente feminista institucional –que existió y existe- estuvo a favor de la globalización; hoy, parte de ésta, es antiglobalizadora) … la lista podría continuar.
Ver mi artículo “Cartagena: el encuentro de un cambio”, enero de 1997, revista Brujas n°24, Argentina.
Basta seguir la trayectoria de una de sus líderes: Gina Vargas; la que en el año 2002, en un seminario organizado por la UNAM, reconoció públicamente la certeza política de las Cómplices que denunciaron -10 años antes- el proyecto neoliberal mundial.