En 2007, Cristian Cuevas saltó a la pantalla criolla tras conducir un paro de 37 días que involucró a cerca de 20 mil subcontratistas de Codelco. Poco tiempo después reconoció públicamente su homosexualidad, argumentando estar “cansado de las amenazas constantes de parte de quienes quieren hacerme daño”.
Hoy, el presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre y secretario de conflictos de la CUT es una de las cartas fuertes que el PC se juega a fondo en estas parlamentarias para tratar de romper 36 años de exclusión en el Congreso, a través del pacto instrumental Concertación-Juntos Podemos, en el distrito 46, Plena zona del carbón, mítico territorio que conoce como la palma de su mano, porque creció ahí, junto a su padre obrero y sus diez hermanos.
Nadie habría apostado hace un par de años que uno de los ejes centrales y polémicos de estas presidenciales fuera el reconocimiento a la realidad homosexual. Un tema que siempre estuvo bajo la alfombra y que, a lo sumo, aparecía como una incómoda piedra en el zapato de muchos en la clase política. Sin embargo, Frei lo incluyó en su franja y en sus discursos -“todos somos hijos de Dios”- y el inversionista RN lanzó un bosquejo para regular la situación patrimonial de estas parejas y hasta apareció con dos jóvenes homosexuales tomados de la mano en su franja, uno de ellos hijo de Luis Larraín, subdirector del centro de pensamiento gremialista, el Instituto Libertad y Desarrollo. A la par, el gobierno optó esta semana por ponerle urgencia al proyecto que regula las uniones de hecho tanto entre parejas heterosexuales como homosexuales, con lo cual el tema estaría en plena discusión durante enero.
-¿Qué te parece la aparición del tema homosexual en esta campaña y a qué lo atribuyes?
-En nuestro país ha habido cambios en los comportamientos sociales y eso le hace bien a la democracia. El debate con respecto a las minorías sexuales ha tenido un mal tratamiento y no ayuda a la construcción democrática. Lo que no puede ocurrir en nuestro país es la utilización de un tema que afecta a miles de hombres y mujeres. Al obispo Alejandro Goic le tengo un alto afecto, pero creo que tenemos que discutir los temas. No se puede seguir discriminando, manteniendo en guetos y espacios oscuros, temas que se deben debatir. Cuando hablo de estos temas, no me refiero sólo a las minorías sexuales, sino también a los mapuches, los discapacitados, tantos temas que se les da un tratamiento utilitario según la campaña y la situación. No hablo desde mi orientación, sino desde el ejercicio de la ciudadanía. Creo en las legitimidades que nacen desde el pueblo, a negociar, a reconocerse y no estar pidiendo permiso a quienes quieren controlar los patrones sociales, según su moral y ética, que puede ser respetable, pero que no es la de la mayoría.
-¿Es un avance que el tema esté en el tapete de la campaña?
-Le hace bien al país. Lo que no hace bien es tratarlo de forma utilitaria, el decir estoy pero no estoy, soy democrático pero no lo soy, respeto y tolero pero sólo en este minuto, porque los hijos de los empresarios, de los ricos, no tienen los problemas que tienen los hijos de los pobres o la clase media. Sus hijos pueden visibilizarse, darse la mano, besarse, hacerse un aborto incluso y no ir a la cárcel. Los que somos discriminados, somos nosotros, los de la clase trabajadora.
-¿Hay utilización o es un síntoma de intenciones reales?
-Hay temas como éste que deben olfatear lo que ocurre en el mundo social y eso genera debate, y que bien que venga el debate, pero que sea en forma responsable, respetuosa, para después pasar a temas legislativos que amplíen los derechos de los ciudadanos.
-Pasemos ahora a tu campaña. Juan Andrés Lagos dijo que eras una de las cartas que debía llegar al Congreso, porque se necesita “menos discolaje light y más plebeyos de verdad”.
-Así es. Yo tengo responsabilidad política, social y sindical. Creo que, indistintamente de mi resultado, ya estamos disfrutando de la victoria, después de 36 años de habernos excluido del Parlamento.
-¿Cómo ves las posibilidades del pacto instrumental?
-Hemos planteado constituir una nueva mayoría y eso ha tenido llegada en el distrito. Vino Juan Carlos Latorre y María Rozas, Mariano Ruiz-Esquide ha trabajado con nosotros lealmente, también vino Ricardo Lagos. Hemos instalado este tsunami de energía, de mística, que en la zona del carbón no se veía desde el retorno a la democracia.
-¿Ese apoyo de dirigentes nacionales se ha traspasado?
-Sin duda. La construcción nuestra es territorial. Yo no represento a la cúpula, no fui designado por ella, soy una síntesis de un trabajo social, que emana del movimiento de los trabajadores, y con una legitimidad que me he ganado. La DC está en pleno trabajando, los socialistas también, los radicales, no es gente que esté definiendo la gran política, sino la vida cotidiana de los ciudadanos.
-¿Hay opciones para un doblaje?
-Estamos trabajando desde que llegamos acá por el doblaje, hemos trabajado leal y transparentemente, de una forma democrática, pero también para la victoria, que esperamos encabezarla nosotros.
-¿Qué significa para ti romper la exclusión?
-Si podemos romper este dique de contención que es la Constitución, que en su esencia sigue siendo antidemocrática, será la fiesta más hermosa que se ha vivido después de 20 años. Pero también nos llama a la responsabilidad de seguir construyendo, porque van a estar observando nuestro comportamiento ético y político, de no traicionar el mandato de la gente.
-¿Eso sucede mucho entre los parlamentarios una vez elegidos?
-Sin duda. Yo he dicho que no represento a la élite ni soy parte de ese circuito y no voy a serlo tampoco. Muchos se vuelcan al pueblo sólo en las campañas electorales y eso es agresión, ha generado la decepción y apatía de aquellos que no se inscriben en los registros electorales. Si soy diputado, mi control social será el pueblo, el movimiento social, el movimiento sindical. Una elite que decide entre cuatro paredes, sin tener vínculo con el pueblo, es el mejor logro de la dictadura militar, separar lo político de lo social y lo territorial. Al menos yo, ese vínculo no lo voy a perder, es un cordón umbilical que está estrechamente unido y que es el compromiso que hicimos. Por eso hemos generado alta adhesión en este distrito.
-¿Hay posibilidad que el pacto instrumental vaya más allá de estas parlamentarias?
-Es posible, pero el cómo se hace va a depender de las voluntades democráticas. Este es un pacto instrumental, no de gobernabilidad. Yo si tengo que denunciar temas que van contra los intereses de los trabajadores, de los movimientos sociales, tengo plena autonomía para eso. Si veo conductas reñidas con la ética, que se vulneren los derechos de los ciudadanos, no voy a tener empacho en fiscalizarlas. Ahora bien, creo que lo demás se va construyendo. En este mismo proceso electoral, se han construido alianzas, influencias, voluntades democráticas, entonces todo eso es posible.
-¿Compartes la propuesta de Arrate de un acuerdo previo al 13 de diciembre con Eduardo Frei y Marco Enríquez-Ominami para enfrentar la segunda vuelta?
-Una cosa es cómo se mueve la política a nivel nacional, sus tiempos, y otra es la voluntad democrática que se está ejerciendo desde los territorios. Las fuerzas democráticas y mayoritarias deben ponerse de acuerdo en un pacto que signifique un respaldo mutuo en la segunda vuelta, bajo condiciones que beneficien a la mayoría de los ciudadanos. Y en eso Arrate fue muy claro al observar ese comportamiento en la sociedad.
-Considerando el pacto instrumental y esta propuesta, ¿hay un cambio real en el escenario político?
-La profunda crisis del modelo económico obliga a los partidos políticos a estar atentos a los cambios que están ocurriendo. Eso es ventajoso para ir construyendo una nueva mayoría de izquierda, progresista, que avance hacia una nueva institucionalidad. Nosotros estamos por constituir una mayoría desde la base, que nos permita generar una distribución de la riqueza distinta, una nueva institucionalidad democrática, la plena soberanía sobre nuestros recursos naturales. El que no entiende eso, es que no está a tono con los procesos que están ocurriendo. Por eso, cuando las encuestas plantean que Sebastián Piñera va primero, distorsionan la realidad de los procesos de cambio, no lo logran interpretar. Yo he planteado un discurso muy fuerte: “La derecha no pasará, no debe pasar”. No pasará si hay voluntad democrática, si hay generosidad, si hay comprensión. Eso yo lo he conversado con Frei, con Marco y Arrate. Más allá de las opiniones en los medios, si no entienden esa voluntad democrática, se van a quedar solos.
-¿Crees que la tensa y ácida disputa presidencial se está reflejando en la base?
-No. La gente necesita liderazgos firmes, sólidos y de mucha generosidad, y si los candidatos presidenciales no entienden eso, es que no están en sintonía. Con toda la estima y el respeto que me merece cada uno de ellos, podrán lanzarse estos misiles en forma permanente, pero el pueblo está pensando otra cosa, que la derecha no puede gobernar. No porque no queramos que lo haga, sino porque no es democrática, ha obstruido la democracia, le ha puesto diques de contención, no ha generado leyes o instrumentos que beneficien a los trabajadores y en eso son unos caradura. Es la misma derecha retrógrada la que le puso restricción a la ley de subcontratación en el Tribunal Constitucional. La misma derecha que ha imposibilitado la expresión de las distintas identidades. Yo construyo con todos los que tienen disposición democrática, pero no con quienes han puesto diques de contención a esa expresión democrática.
-En esta campaña se ha hablado mucho de la renovación de rostros. ¿Te sientes parte del tiraje a la chimenea de la izquierda?
-Bueno, así lo dicen. Soy parte de una generación, como tantos otros, que no ha tenido visibilización pública. No estoy para la farándula política, ni para ser autocomplaciente ante ninguna autoridad política o social, no estoy para ser parte de los realities, sino para ser parte de la construcción de una nueva mayoría.
-¿La izquierda ha pecado de falta de renovación de liderazgos?
-La izquierda ha cometido ciertos errores, desaciertos, y tiene que ver con esa distancia, que no debe suceder en nosotros, con el pueblo, esa forma de construir solamente desde la teoría, sin vínculos. Hay que entender que tiene que volcarse a trabajar en las comunidades, en los territorios, que abandonó un trabajo fundamental y que se cedió ese espacio a la derecha y a los administradores del modelo, ése fue nuestro error. Lo que estamos haciendo es recuperar esa fuerza, hacernos la autocrítica y (entender) que también necesitamos de una renovación, no de rostros, sino de reafirmar nuestro compromiso, que las nuevas generaciones recuperen la mística. Vamos por ancho camino, tenemos que consolidarlo.