Como suele ocurrir estábamos en la calle apoyando la causa mapuche. Andábamos en la marcha del viernes 14 de agosto que partiría desde el Metro Los Héroes, convocada por la reciente muerte de Jaime Mendoza, pero no pasaron más de 10 minutos cuando los que habíamos llegado empezamos a ser reprimido por la fuerza publica, éramos alrededor de 150 persona y había dos guanaco, tres zorrillos y dos piquetes de carabineros, un contingente bastante numeroso si se considera que la propia presidenta indicó que “la muerte de un joven mapuche genera profundo dolor y es inadmisible”.
Lo irónico de todo que nuestra presidenta Michell Bachelet dijo que nada justificaba la violencia, sin embargo cuando el pueblo quiere manifestarse para demostrar su enojo ante las injusticia, “el aparato represivo y de orden de la Concertación”, los carabineros y su arsenal “disuasivo” son los primero que estar en el lugar.
Es necesario mencionar que han ocurrido dos muertes de comuneros mapuches durante este gobierno de Bachelet, un gobierno que prometió frenar la represión contra los mapuches y reivindicar sus legítimas demandas, son dos fallecidos, a ello hay que sumar los cientos de heridos por los perdigones y golpes en los desalojos y en las represiones de las manifestaciones.
MUMS ante estos casos de violación a los derechos humanos repudia el accionar del gobierno de la Concertación y en especial la aplicación de la Ley Antiterrorista contra los pueblos originarios que sólo reclaman lo que les pertenece, «las tierras son mapuches», se las robaron y los expulsaron de las mismas por la fuerza, sus actuales moradores son herederos de los verdaderos delincuentes que se las apropiaron injustamente en complicidad con el Estado Chileno.
La muerte del comunero mapuche, ejecutado por la espalda, es un capitulo más del atropello contra la cultura y la sobrevivencia de un pueblo, la versión del carabinero indica que fue legitima defensa, cosa difícil de creer cuando las pruebas acusan un ataque por la espalda.
Una vez más, al igual que con Matías Catrileo, se recurre a la supuesta legitima defensa, pero cuando son nosotros, “los otros”, los desposeídos, los marginados, los no oficiales, los pobres los que reclaman o disparan somos terroristas, subversivos, atentamos contra el orden, contra la paz, el bienestar de este sistema desigual, inhumano y discriminador contra los que somos considerados distintos por las elites gobernantes.
Seguiremos en la calle, seguiremos junto a todos los que luchan y construyen los deseos de vivir en un mundo diverso, donde todos seamos reconocidos en dignidad y derechos.