La veracidad de los hechos ocurridos, es dudosa, en tanto no existen documentos ni prueba alguna que avalen los dichos en la historia oral. Ningún historiador a encontrado antecedentes que permitan afirmar ni negar el rumor. Lo que sí es posible afirmar, es que hubo cierta practica, de fondeamiento contra disidentes políticos de la época, los cuales al menos fueron amenazados de ser fondeados, así se desprende de algunas declaraciones, realizadas por ex presos polìticos…
Por Leonardo Fernández, Historiador.
Recordando al actor y director de teatro Andrés Pérez Araya y su obra, “la Huida”, desde el punto de vista histórico quisiera señalar algunos datos de interés tanto para los especialistas en historia de la homosexualidad en Chile como para, aquellos que desean saber mas acerca de los oscuros momentos vividos en nuestra historia.
La obra de Andrés Pérez, se sitúa a principios de los años treinta, poco antes de la caída de la dictadura del General Carlos Ibañez del Campo (1927-1931), periodo durante el cual según la historia oral y la voz popular, se habrían cometido numerosos crímenes políticos, especialmente destacados son los que afectaron a homosexuales de la época. El rumor histórico señala que muchos homosexuales fueron apresados por la policía política de la época y llevados a Valparaíso, para ser embarcados, y enseguida lanzados al mar, acción la cual se denominaba fondeamiento, esta consistía en atarle piedras en los pies, para que se fueran al fondo del océano.
La veracidad de los hechos ocurridos, es dudosa, en tanto no existen documentos ni prueba alguna que avalen los dichos en la historia oral. Ningún historiador a encontrado antecedentes que permitan afirmar ni negar el rumor. Lo que sí es posible afirmar, es que hubo cierta practica, de fondeamiento contra disidentes políticos de la época, los cuales al menos fueron amenazados de ser fondeados, así se desprende de algunas declaraciones, realizadas por ex prisioneros políticos a la comisión investigadora de los crímenes de la dictadura, los cuales declararon haber sido amenazados con ser fondeados si no colaboraban, con lo que el temible Ventura Maturana, jefe de la policía política de la época les exigía.
Casos que parece estuvieran vinculados a los crímenes contra homosexuales, durante el mismo periodo, serían la muerte del Profesor Anavalon, ocurrida en la ciudad de Valparaíso el año 1931, el cual según testimonios de contemporáneos, independiente de la actividad política y gremial que desarrollaba, era homosexual. Al igual que el periodista, que más dolores de cabeza dio al general Ibañez, y quien destapa en la prensa el crimen cometido en la persona del profesor. Luis Meza Bell periodista de la Revista “Wiken”, con su ácida pluma no daba tregua a la dictadura. Un día del año 1931 desapareció sin dejar rastro, y solo unos días después apareció muerto, en un sitio eriazo en la comuna de Quinta Normal.
La imagen de homosexuales embarcados sin retorno en Valparaíso, pareciera no corresponder a la dictadura del general Ibáñez antes citado, sino posterior. En 1941 durante el último año de gobierno del Presidente Aguirre Cerda, la Dirección General de Prisiones, antecesora de la actual Gendarmería de Chile, dio orden de trasladar y agrupar a todos los prisioneros, que por distintos motivos estuvieran en las dependencias de esa repartición, y que por examen medico, por antecedentes o por propia confesión, fueren comprobados homosexuales, al presidio de Pisagua, en donde deberían cumplir la pena que restare, para evitar contaminaciones e incidentes entre los penados comunes con la convivencia con homosexuales. Existen datos acerca de a lo menos siete prisioneros que cumplían pena en la cárcel pública de Santiago y que fueron trasladados al norte. Así mismo existe testimonio oral en Pisagua acerca de la presencia en ese presidio de un grupo numeroso de homosexuales que cumplieron pena en el norte del país, lo cual echaría por tierra cualquier teoría, acerca del posible fondeamiento de prisioneros, es decir, estos llegaron a buen puerto.
Otro antecedente que puede haber contribuido, al mito oral, es la ley 11.625, de estados antisociales de 1954, la que establece en su articulo 1º “Quedan sometidos a las disposiciones del presente título” inciso 5º entre otros ” los que por cualquier medio induzcan, favorezcan, faciliten o exploten las practicas homosexuales, sin perjuicio de la responsabilidad a que haya lugar, de acuerdo con el articulo 365, 366, 367, y 373 del Código Penal” . Como medida de seguridad, las personas que estuvieren sometidas a esta normativa debían ser internadas en casas de trabajo o colonias agrícolas, por un tiempo indeterminado que no podía exceder de cinco años para su rehabilitación, o bien para un proceso de curación del “mal”, según las teorías medicas de la época, “en establecimientos adecuados por tiempo absolutamente indeterminado” este punto deja entrever la posibilidad, que muchos hubieren sido internados en algún tipo de hospital para enfermos mentales, donde pudieren haber sido objeto de estudio y experimentación de inescrupulosos médicos que los usaran como conejillos de indias, en la búsqueda de una cura para este “mal”.
Esta ley requería para su aplicación de un reglamento que ordenara aspectos específicos de su implementación. Pese a que la reglamentación y financiamiento de la ley, nunca estuvo lista, muchos prisioneros fueron trasladados a localidades como Chanco y Parral, lugares en donde se conserva en la memoria histórica la presencia colonias de homosexuales.
Basándose en el relato oral y sin documentación que lo avale, investigadores del tema adjudican al General Ibáñez y su policía política las relegaciones masivas y la creación de estos campos especialmente creados para el agrupamiento de homosexuales.
El mito popular, respalda sus dichos en la frustración que el general, habría sentido al enterarse que Carlos su único hijo, fruto del matrimonio con doña Rosa Letelier, era homosexual. Sin embargo, parece poco coherente, adjudicar al capricho o la frustración de una persona, los destinos del país, eso queda solo para el mito popular, pero no es un dato para la historiografía.
De ser solo un mito, el fondeamiento de homosexuales durante la dictadura de Ibáñez, este se habría conformado, con información dispersa, proveniente de distintas fuentes y periodos, para quedar impresa en forma indeleble, en la memoria histórica, sin tener una base documental que la respalde.
Lo que resulta peculiar, es que la ley 16.625 de estados antisociales, antes citada, fue promulgada en la segunda presidencia de Ibáñez del Campo que va desde 1952 a 1958. Así la historia oral de ser cierta confunde los hechos y fechas, mezclando elementos de a lo menos tres periodos históricos. Faltan por precisar muchos elementos, de la historia del siglo XX en Chile, de los cuales algún día saldrá luz para aclarar estos temas con mayor precisión.