La situación de las diversidades sexuales en el mercado laboral (entre ellxs lesbianas, gays, personas trans) es delicada, ya que tienen una baja participación que se relaciona directamente con su identidad y con el hecho de sentirse, mostrarse o verse diferentes.
No es extraño, entonces, encontrarnos con evidentes elementos de desigualdad existiendo en los sistemas de pensiones, muchas veces debido a la falta de regulación en general en las posibilidades de empleo real de estas personas, así como la falta de consideración estructural del trabajo remunerado no formal que realizan transformistas, garzonas y garzones, animadorxs, cantantes, guardias de seguridad, trabajadoras y trabajadores sexuales de la diversidad sexual y de trabajadoras y trabajadores por cuenta propia como artesanxs, artistas, feriantes, entre otrxs, sumado a las lagunas en sus cotizaciones o la inexistencia de éstas, entre otros factores, los cuales afectan el nivel de las pensiones que reciben las personas de la diversidad sexual al llegar el tiempo de su jubilación.
Sin duda Chile ha dado grandes pasos con la reforma previsional del año 2008, gracias a ella, se creó un sistema de pensiones solidarias, sistema de pensiones moderno que no solamente se preocupa de dar un seguro de ingresos para la vejez, sino que pretende enfrentar la pobreza y la indigencia con la creación de la Pensión Básica Solidaria y el Aporte Previsional Solidario, los cuales hasta la fecha dan apoyo real y concreto a una parte importante de la comunidad, pero que no incluye necesariamente en sus programas a la población GLBTI debido a las barreras de entrada para postular a dichos beneficios. Es más: la gran mayoría de nuestras compañeras y compañeros quedan fuera de estos beneficios por no estar dentro del sistema de protección social, por no estar estadísticamente contabilizados o contabilizadas, por no cumplir con los requisitos básicos para ser consideradxs por la herramienta técnica “Ficha de Protección Social”, concretamente desde la realidad de una persona de la diversidad sexual.
Los cambios realizados a esta herramienta no son suficientes, y por eso hay que seguir avanzando en pos de generar estrategias que permitan abarcar a nuestra población, la cual hoy representa a mucho más del 10% de la población en Chile. Es así que hoy toman gran relevancia la incorporación a los sistemas de seguridad social de colectivos de trabajadores y trabajadoras desde un sinceramiento de la realidad diversa que existe en nuestra comunidad, la creación de subsidios al ahorro previsional en el mercado del trabajo, un mejoramiento en la fiscalización del mercado laboral y la creación de espacios de información y educación previsional para la ciudadanía, entre otros.
El envejecimiento de la población GLBTI que no se incorporó nunca a algún sistema, producto de la poca confianza que este sistema otorga tanto por falta de información como por la diferencia entre ahorro y pensiones recibidas, pierden entre este segmento etáreo de nuestra comunidad GLBTI toda validez, así como la temprana entrada al campo laboral informal de lesbianas, gays y la nula capacidad de generar trabajo para la población trans, impide a las nuevas generaciones tener acceso a estos modelos de ahorro futuro ya que la mayoría de los empleadores ven en sus trabajadorxs una labor temporaria y de costo barato, lo que no incluye las responsabilidades previsionales hacia sus empleadas y empleados. El sistema de pensiones no es solidario, es individualista, pues está basado en la capitalización individual. Las pensiones deben disfrutarse, y todos vamos a llegar a viejos, por tanto el sistema debería fundamentarse en la cooperación entre las personas. Así el estado no tendría que gastar en pensiones de indigencia, sino dedicarse a otros temas, como la educación gratuita, o programas de discriminación preventivos, no reparadores.
La población sexualmente diversa tiene un desgaste más rápido producto de la discriminación y la precariedad laboral. Entran más tarde y muchxs necesitan salir más temprano del sistema. Lxs trabajadorxs sexuales casi nunca mantienen sus labores hasta los 65 años, pocas transformistas lo hacen. Es ahí que un sistema que considere esas particularidades es necesario en tanto tales contextos no son sólo parte de la vida de la diversidad sexual. Los trabajadores manuales, los profesores, los campesinos y un sinfín de personas más están en esa misma situación.
Es así que, para terminar, felicito la labor que se hace en esta materia e invito a generar propuestas conjuntas, a promover la discusión y a considerar aquello que la sociedad civil tiene para decir sobre su propia realidad.