«El hombre puede fugarse o evadir estas responsabilidades, y todo esto se da, gracias a los tres elementos estructurales que perpetúan estas ideas sobre las que se asientan la desigualdad de género…»
Dentro del tema de la desigualdad de género, se encuentran variadas aristas y efectos que engloban un problema directamente relacionado con la opresión, el patriarcado, la violencia. En un sistema social donde converjan estos tres últimos puntos, se tenderá a construir una estructura que someta a la mujer a cualquier situación que le exija sumisión incuestionable por parte de los hombres, sin importar nada más que el hecho de ser parte de este género. Estas aristas y/o efectos de la estructura no permiten que las mujeres puedan poseer una autonomía real sobre su cuerpo, ni mucho menos una libertad de acción referente a toma decisiones que comprometan la alteración absoluta de su destino. En este bagaje y andar, millones de mujeres se ven en la obligación de tener que dar a luz a un ser que, dentro de su contexto particular, no constituye la base del destino elegido previamente para su vida. Quizá la mayoría de ellas se vio enfrentada ante la posibilidad de terminar con la gestación del feto, pero que al pertenecer a esta red de realidad, llamada sociedad, deben continuar teniendo a estos hijos en un momento donde aquello se podría significar como una frustración.
Actualmente el Estado de Chile mantiene este tema como una ilegalidad y penaliza la práctica a quien realiza el aborto como quien lo solicita. Dentro de este contexto, las mujeres buscan en la clandestinidad la ayuda necesaria para llevar a cabo tal empresa, y dentro de los métodos se encuentran varias alternativas que pueden ser o no asistidas directamente por algún especialista o profesional de la medicina. El riesgo que corren estas personas es alto, peligroso y pudiendo llegar a quitar la vida, pues la ley no está creada para proteger los derechos fundamentales de estas mujeres. Por lo tanto hay una violación por parte de este Estado a los derechos humanos de las mujeres, pues no dudo si bajo esta misma lógica estructural, descrita al principio de este artículo, si los hombres tuviesen la capacidad biológica de reproducirse estarían avalados legalmente para terminar con la vida de un feto si así lo determinaran como necesario. Con esto no quiero decir que el hombre sea el culpable y responsable absoluto de que las mujeres no puedan abortar, ni de la desigualdad de género, sino más bien son efectos de esta estructura ideológica que nos domina a todos como sociedad.
Una institución que juega un rol fundamental en términos morales es la iglesia, pues bajo todo un argumento religioso convence a la sociedad de enjuiciar a estas mujeres por su decisión, por lo que también se vuelve más complicado el asunto. La familia, las redes sociales de trabajo, amigos, y pareja se sostienen en estas ideas para prohibir la libertad de elección sobre el cuerpo y logran que se decida continuar en una vida que para ellas no es la idónea. En este punto también se encuentra el hecho de que la iglesia no permite el aborto bajo ningún concepto, sin importar que ese ser puede ser traído al mundo en un contexto de violencia sexual, y también sobre riesgos que pueda tomar esa madre al seguir con el parto normal, pudiendo así ese embarazo terminar con su propia existencia.
Quienes deben decidir sobre el aborto son las mujeres, pues en ellas cae todo el peso de la responsabilidad de la crianza y tenencia del bebé, ellas deben trabajar fuera de su hogar, mantener este hijo, educarlo, mientras que el hombre puede fugarse o evadir estas responsabilidades, y todo esto se da, gracias a los tres elementos estructurales que perpetúan estas ideas sobre las que se asientan la desigualdad de género. Sabemos que existen otros efectos, pero es el aborto, una de las más importantes, pues afecta de manera absoluta la vida de estas mujeres.
Por lo tanto, el tema del debate público y parlamentario debe ser llevado por una mayoría cuantitativamente femenina, respaldado por aquellos que apoyen directamente la apertura de este diálogo tan complejo para una sociedad que restringe y viola derechos humanos sistemáticamente. De esta manera se podría abarcar de forma integral todos aquellos aspectos que influyen directamente e indirectamente con la toma de decisión sobre la continuación o cese de la vida fetal.
Stephanye Moreno
Activista Mums