Por Angélica Valderrama / Presidentx de MUMS / 31-12-2009 / La Nación
Ayer participé en un conversatorio con una chilena que por motivos laborales vive en Honduras y que por su militancia feminista ha conocido a activistas hondureñas/os que están documentando los crímenes de odio que se están cometiendo en ese país. Un grupo de lesbianas, gays y otros/as, crearon un informe, que fue presentado a la ONU y que están difundiendo por el mundo en que documentan las torturas y asesinatos de gays, travestis y transexuales hondureños/as. Algunos/as de ellos/as pertenecientes a la resistencia al golpe de Estado; mientras nos informaban de las 18 personas asesinadas, nos enterábamos de la muerte de otro activista el 20 de diciembre.
No existe justificación para la tortura y el asesinato bajo ninguna circunstancia, pero quisiera reflexionar sobre un dato del informe: en los últimos cinco años se han registrado 17 asesinatos a personas trans y travestis en Honduras. Este año, en los seis meses posteriores al golpe ya se han registrado 19. ¿Es acaso la impunidad que se vive en un país que ha vivido un golpe de Estado la explicación para el incremento brutal de los crímenes de odio, que se basan sólo en los prejuicios sobre orientación sexual o identidad de género diferente a la hegemónica? Transexuales, travestis, homosexuales, lesbianas y otros y otras son en las culturas latinoamericanas objeto de discriminación constante, claro, y no solo nosotros/as, también todos/as los que la cultura entiende como raros/as. La diversidad sexual y/o de género fisura el sistema social, desde sus cuerpos travestidos o intervenidos, desde su cuestionamiento a instituciones que se pretenden instalar como inalterables, la familia, la pareja, las relaciones. Honduras no escapa a la heteronorma dominante en muchos países latinoamericanos, sin embargo, ahora, en la situación político-social que vive se incrementa y endurece, aumentando la represión y la violencia.
Si en Chile los medios de comunicación no cubren nuestros actos políticos, lo vimos en la última marcha de la diversidad sexual que reunió a cerca de 15 mil personas y casi no apareció en los medios, es imperdonable que no digan nada sobre lo que ocurre en Honduras, porque la situación de impunidad es gravísima y el Congreso de ese país está tramitando una ley de amnistía que amenaza con dejar estos crímenes, entre otros, en absoluta impunidad. Según contaba nuestra amiga, sólo un par de medios han sobrevivido manteniendo la denuncia y el apoyo a quienes resisten, profesores, indígenas, campesinos y campesinas, movimiento social.
No podemos callar ante lo que sabemos, así que la difusión del informe es fundamental, como también manifestar nuestra solidaridad con nuestros/as compañeros y compañeras hondureños/as, generar alianzas de apoyo, observatorios ciudadanos de derechos humanos; que la presión internacional, de alguna manera, contribuya a la seguridad de los/as activistas que trabajan directamente con quienes son más vulnerables ante la violencia, pero también con todo un pueblo hermano. No olvidemos que en nuestro país también vivimos una dictadura y la solidaridad internacional logró salvar vidas. Que la aldea global de comunicaciones contribuya para que en Honduras vuelvan no sólo la democracia, sino la justicia y la dignidad.