Por Angélica Valderrama / Presidentx de MUMS / 30-07-2009 / La Nación
Nos ubicamos dentro de los llamados movimientos sociales, aquellos que pretenden desestabilizar a la sociedad en las bases que sostienen las desigualdades.
Hace una semana, el Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS) realizó una ocupación del Centro de Información y Apoyo para la Prevención Social del VIH/sida (Criaps), dependiente de la Seremi de Salud Región Metropolitana. Los motivos, las demandas, lo ocurrido, se pueden encontrar en la página www.mums.cl. Lo que me interesa reflexionar, a partir de este suceso, tiene que ver con el rol, los objetivos y las políticas de algunas organizaciones sociales como MUMS.
Muchas organizaciones de la sociedad civil en nuestro país deben lidiar con aspectos como la subsistencia económica y la cooptación de sus dirigentes por instituciones u organismos que ofrecen privilegios de algún tipo. En el caso de las organizaciones de la diversidad sexual, el establishment, político, religioso y económico, aplica su censura con más dureza, impidiendo la inclusión de los problemas que afectan a gays, lesbianas, transexuales, en espacios de la vida pública, siguiendo las orientaciones de la Iglesia Católica, que no corresponderían en un Estado laico.
Las organizaciones en el permanente desafío de instalar los debates que nos parecen pertinentes, exigir las leyes que velen por el cumplimiento de «derechos para todos y para todas», velamos por mantener nuestra autonomía y generar las alianzas necesarias para el logro de nuestros objetivos. La disyuntiva entre una autonomía radical y perderse entre las alianzas que se pueden plantear como estratégicas es constante. Por esto la revisión del lugar que ocupamos en la sociedad hoy es un imperativo.
¿Serán acaso las negociaciones a puertas cerradas con los candidatos, las reuniones con los funcionarios públicos en las oficinas, los lobbys en los pasillos de los ministerios, las acciones políticas, las estrategias que nos permitirán instalar las demandas de la diversidad sexual en los programas de gobierno, en las políticas públicas? ¿Es sólo esto lo que buscamos? ¿Terminarán estas formas de acción política con la autonomía de las organizaciones?
Nos ubicamos dentro de los llamados movimientos sociales, aquellos que pretenden desestabilizar a la sociedad en las bases que sostienen las desigualdades. Sí, nuestras prácticas políticas pretenden reformar la sociedad, cuestionar los ordenamientos productores de identidades hegemónicas, problematizar la reproducción del orden social donde unos/as pocos/as deciden por todos/as. Desde este lugar la lucha por los cambios sociales tiene sus formas.
Mantenemos nuestro interés en participar de la vida pública y social de nuestro país, porque también constituimos esta nación, dialogamos con los gobiernos de turno, apoyamos las iniciativas que responden a nuestras exigencias, pero no transamos nuestra libertad por pequeñas consideraciones. Disponemos nuestros espacios para un diálogo abierto, pero buscamos paridad en las conversaciones.
Por esto la ocupación pacífica del Criaps no ha sido sólo una acción que manifiesta nuestro rechazo frente a ciertas políticas de Estado, que han silenciado la gravedad de la epidemia del VIH/sida en nuestro país; también ha sido un gesto de autonomía, empoderamiento y control ciudadano.