Podría haber sido un robo común si no hubiese sido por la desaparición de todos los respaldos que existían del trabajo que se desarrollaba. Se robaron todas las CPU, pero más que eso se roban parte importante de la historia. Por esto días el movimiento está rearticulándose y trabajando literalmente a mano. El doble de esfuerzo, pero nuestras labores nuestros sueños no se pueden parar…
El día Lunes 4 de julio nos dimos cuenta al llegar, que la puerta principal estaba rota. Habían destruidos candados y cadenas que aseguraban la vivienda en donde funcionamos.
El ingreso al interior, con mucha angustia, en vez de miedo, dio cuenta de las baldosas rotas, del desorden de las cajas y papeles tirados al piso, de los muebles destrozados sin sentido, de la ausencia de carpetas con archivos que no tienen más que valor político, de la desaparición de tres chequeras, de mucho material preventivo, de un televisor y por supuesto de los computadores…
Se insiste en la extrañeza que nos provoca el robo de los materiales y sobre todo de los respaldos que existían de los trabajos guardados en cada computador. No quedó un diskette ni un CD de ellos, lo que significa que el trabajo debe ser recomenzado en su totalidad. Una pena, pero una evidencia de que algo más hay por allí…
El robo debe haber sido de madrugada. Por las cosas que se llevaron es imposible que hay sido sólo una persona, a lo menos deben haber existido tres con uno haciendo de sapo o sapa en el exterior. Por otro lado aunque hubiesen sido tres o cuatro, lo que ya sería mucho no podrían haber trasladado las cosas en sus brazos, requerían un camión o una camioneta. Y aquí viene lo lamentable. Pese a que tuvieron que haber demorado un largo rato para abrir la puerta (que tenían como ya dijimos candados y cadenas) nadie absolutamente nadie vio algo. Claro estaban todos durmiendo, pero qué fue del guardia que está de punto fijo en el motel que es vecino del Movimiento, o de los chicos guitarristas que están generalmente hasta altas horas de la noche ensayando. De la hospedería de al frente de la cual entra y sale gente a cada rato. Esa noche nadie vio nada. Nadie.
¿Será que efectivamente las tortas y los colas no somos bienvenidos en ese lugar y no importa lo que suceda el silencio se transforma en un cómplice inmediato, pues es lo que nos merecemos por ser como somos?
La verdad es que no queremos pensar en que esto último de verdad sea así. La gente tiene miedo y muchos y muchas de nosotr@s sabemos lo que eso significa, claro que nosotras estamos por vencer esos miedos y no por transformarnos en cómplices de lo que nos excluye, atemoriza y viola.
Desde aquí nuestras gracias enormes a aquellos y aquellas como Ikastola y algunos otros y otras amigas anónimas que nos han ayudado a comenzar a recomponer el material que nos permita seguir cumpliendo con nuestra Misión: La construcción de un mundo más justo, humano y solidario.